
La mantequilla de maní es un verdadero superalimento deportivo. Lo mejor de todo es que se trata de un ingrediente totalmente natural y que puedes elaborar en tu propia casa. Si todavía no la incluyes en tu plan de alimentación,…
Cuando tratamos de definir y muscular nuestro cuerpo, no podemos olvidar que la alimentación es un factor que puede ayudarnos en nuestro objetivo, o lastrarlo, si no le prestamos la atención necesaria
La dieta cetogénica puede estar indicada según las características del deportista y los objetivos concretos. Pero hay que valorar las consecuencia con los beneficios antes de aplicarla.
Si poneos en el buscador la palabra ‘dieta’, encontramos resultados con infinidad de tipos diferentes de dietas. ‘La dieta de la alcachofa’, ‘dieta de las crucíferas’, ‘dieta celiaca’, ‘dieta del cucurucho’… Pero la que más relevancia guarda con el mundo deportivo es la Dieta Cetogénica.
Los deportistas suelen aumentar su consumo de proteínas, ya sea a través de suplementos o de la dieta, debido a que sus requerimientos se ven incrementados por el ejercicio. A veces están siguiendo una dieta cetogénica, pero no lo saben.
La dieta cetogénica se caracteriza por reducir la proporción de hidratos de carbono que consumimos. El objetivo es fomentar la obtención de energía a costa de la oxidación de grasas. El resultado de las reacciones de obtención de energía a partir de las grasas produce cuerpos cetónicos que son eliminados por orina.
Para ello, la base de nuestra dieta, lo que más consumiríamos, son productos cárnicos y grasas. Tales como, pescados azules (sardina, salmón, atún), carnes, independientemente de que sean rojas o blancas (cerdo, ternera, pollo, cordero), derivados cárnicas, huevos, leche y quesos.
Excluiríamos totalmente los cereales, pasta, arroz, pan, y derivados como la bollería tanto casera como industrial. Además limitaríamos y racionaríamos el consumo de frutas y verduras.
Todas estas pautas tienen un propósito concreto. Disminuir la concentración de glucosa y glucógeno (reservas de glucosa) para que la obtención de energía provenga a través de las grasas. Si esto se acompaña con ejercicio físico de musculación y tonificación, veremos un cambio corporal de tipo ectomorfo.
Evitamos la glucosa y todos los alimentos de los que ella proviene porque es el primer recurso para obtener energía del cuerpo. Es la principal demanda porque es la molécula a través de la cual extraemos más y más fácilmente la energía.
Sin embargo, la glucosa es completamente necesaria en nuestro organismo. Es el sustrato a partir del cual el cerebro y el corazón obtienen energía. La verdad, no sería agradable si nuestros motores se quedan a cero.
Es una dieta muy complicada de seguir, ya que nuestra forma de alimentarnos cambia radicalmente y puede llegar a ser muy monótona. Si no estamos bien informados sobre la bromatología de los alimentos y nos entran dudas sobre un producto en concreto, tendemos a no consumirlo ‘por si acaso’ y hacer nuestra dieta muy hipocalórica.
Si además de disminuir el aporte de hidratos de carbono al organismo, también le damos poco alimento con el que trabajar y mucho ejercicio, pondremos a nuestro cuerpo entre la espada y la pared y tomará represalias.
“No necesito que nadie crea en mi, mientras yo crea en mi mismo”
-Lucas Casals-
La dieta cetogénica, ha de ser vista como una ayuda temporal y nunca como un estilo de vida. Cuando alcancemos los objetivos previstos o estemos lo más aproximados a ellos posible, debemos retornar poco a poco a una alimentación normal y saludable.
Al obligar a nuestro metabolismo a funcionar gracias a la grasa, nuestro organismo forma cuerpos cetónicos. Estos compuestos durante un periodo corto de tiempo pueden hacer las mismas funciones que la glucosa, pero no es un sustituto.
Al incrementar su producción, podemos experimentar los siguientes síntomas:
Al principio, estos síntomas pueden pasar desapercibidos hasta que agotamos la reservas de glucosa, y se van endureciendo cuanto más prolongamos la dieta cetogénica en el tiempo.
Por otro lado, al limitar el consumo de frutas y verduras podemos encontrarnos con un aporte insuficiente de vitaminas, minerales y antioxidantes que solo debería preocuparnos, si la situación se extendiese en el tiempo.
Si aplicamos está dieta durante un periodo corto de tipo y no teníamos ninguna patología renal previa, no debemos de preocuparnos porque nuestros riñones sufran las consecuencias.
Es cierto que por el incremento del consumo de proteína y producción de cuerpos cetónicos, tendrá que esforzarse más. Sin embargo, al retornar a la normalidad de la alimentación el riñón también volverá a la normalidad.