Cómo ayuda el baloncesto en el desarrollo de los niños
Que la práctica deportiva en general influye de manera positiva en el desarrollo de los niños nos parece algo innegable. Partiendo de esta base, es importante decidir cual es el deporte que practicarán nuestros pequeños.
Se debe tener en cuenta que el ejercicio físico, sea de la forma que sea, beneficia a los niños y estimula su desarrollo anatómico y emocional, a la par que les garantiza una buena calidad de vida.
Llegada la hora de escoger un deporte, lo primero que debemos tener en cuenta es el factor diversión: los niños tienen derecho a divertirse y a jugar.
¿Qué deporte elegimos?
Ambas cuestiones hacen que una actividad perfecta para aunar el ejercicio físico y la diversión sea el baloncesto. Dentro de esto, la práctica del deporte de la canasta desde edades tempranas (mini-basquet) hasta la categoría junior, contribuye de forma clara a que la salud de los jugadores más jóvenes aumente.
Por si esto fuera poco, esta actividad les permite un total desarrollo de valores personales y sociales, como podrían ser: el compromiso, la perseverancia, la responsabilidad, el trabajo en equipo y el respeto a las normas.
Al mismo tiempo, optimiza sus recursos psicológicos y les proporciona experiencias muy positivas, ademas de, por supuesto, mejorar sus habilidades motoras.
De esta manera, parece evidente que los niños que juegan al baloncesto se encuentran dentro de la población que puede disfrutar de los múltiples beneficios de esta experiencia, pero también surgen problemas relacionados con esta práctica deportiva.
El baloncesto no es una excepción dentro del mundo de los deportes de competición; es un instrumento muy valioso en el proceso formativo que todos los jóvenes deben atravesar pero siempre cumpliendo unos requisitos que debemos tener en consideración.
Así, el papel que tanto padres como entrenadores desempeñen, se convierte en un requisito indispensable para asegurar que todos estos haberes estén presentes.
Tras todo lo planteado hasta el momento, vamos a diferenciar los beneficios físicos que para los más jóvenes puede tener el baloncesto de los emocionales.
Beneficios físicos
Como ya hemos dicho, el baloncesto es uno de esos deportes que se puede comenzar a practicar desde edades tempranas (5-6 años de edad) a diferencia de otros deportes que quizá requieren de un mayo grado de madurez y comprensión del niño -como podrían ser las artes marciales-.
La principal ventaja del baloncesto respecto a otras prácticas deportivas es que se puede disfrutar tanto al aire libre como en pista cubierta, desechando el mal tiempo como obstáculo para que los niños puedan continuar jugando.
Así, la práctica regular del baloncesto produce beneficios físicos como: mejoría en la coordinación y una mayor concentración y rapidez de reflejos.
Además de estos beneficios principales, observaremos como nuestros hijos desarrollan su agilidad y habilidades motrices, al mismo tiempo que disfrutan de una gran resistencia.
Por último, al igual que ocurre con otros deportes infantiles, la práctica del baloncesto protege su salud cardiovascular y aporta una mayor resistencia muscular.
Beneficios emocionales
Si nos han parecido muchos los beneficios físico que el baloncesto puede llegar a aportar a los niños, seguramente acabaremos patidifusos al observar la mayor cantidad de beneficios emocionales que este deporte es capaz de desarrollar.
Al tratarse de un deporte de equipo, innegablemente fomenta la inteligencia social, convirtiéndolo en una práctica ideal para niños tímidos.
Además, la propia dinámica y ritmo del juego sirve a los niños como lección para actuar con rapidez, toma de decisiones y resolución de situaciones problemáticas.
Todas estas características sumadas producen un fomento en la independencia y autonomía de los niños, al mismo tiempo que los ayuda a sentirse parte de un grupo lo que les prepara para ocupar su lugar en la sociedad y aprender valores vitales como la cooperación.
Esto es debido a que, más allá de lo que se pueda pensar, en los deportes de equipos es mayor la importancia de la cooperación y el compañerismo que la competitividad.
Si bien, no terminan aquí los beneficios emocionales que la práctica del baloncesto es capaz de aportar.
Teniendo en cuenta que el baloncesto se trata de un deporte divertido y dinámico, sin duda es capaz de alejar a los pequeños del terrible sedentarismo, aumentando la seguridad que tengan en ellos mismos y promoviendo una buena autoestima.
Con todas estas ventajas, tanto físicas como emocionales, podemos concluir que el baloncesto sea uno de los deportes ideales para los niños.