6 razones para evitar las dietas milagro
Ningún plan alimenticio que nos ofrezca bajar 30 kilos en una semana puede ser bueno. La reducción exagerada de peso es posible, pero trae consecuencias en el organismo. Gastroenteritis, estrés y cambios inesperados en nuestro sistema digestivo, resumen el lado oscuro de las dietas milagro.
El resultado de los regímenes estrictos es la degeneración y un desequilibrio alimenticio que podría ser contraproducente. A continuación, veremos algunas pautas a considerar sobre las dietas milagro.
Disminuyen las calorías a niveles poco sanos
Cuando adelgazamos, lo primero que nos dicen es que debemos reducir las calorías que ingerimos. No obstante, esta reducción es más bien un control para llevarlas al nivel promedio que nuestro cuerpo requiere. De hecho, las cantidades y los tipos de comida se calculan en función a la estatura y otros factores.
Con las dietas milagro, por lo general se suprimen las calorías consumidas de forma drástica y esto no es sano. Lo ideal de la planificación alimenticia no es estar mal nutrido, sino bien alimentado. Algunas personas podrían experimentar estados de ánimo y salud negativos; tampoco se favorece el desarrollo muscular.
Culminada la dieta los kilos suelen volver
El hecho de cumplir con un plan alimenticio estricto de forma temporal, no implica que todo el trabajo esté hecho. La realidad de estas dietas de 7, 10 o incluso 30 días, es que no perduran en el tiempo. Es como una especie de efecto rebote y la grasa luego tiende a aumentar.
La consecuencia inmediata es que los desequilibrios de alimentación no dejan resultados que perduren en el tiempo. Evidentemente, sería imposible mantener este tipo de hábitos extremos durante mucho tiempo. Probablemente la salud del practicante empeoraría con el paso de los meses, o incluso semanas.
Pérdida de masa muscular
Un cuerpo sometido a una dieta demasiado extrema debido a la falta de nutrientes no es saludable, ni estético. En la práctica, la mayoría de quienes hacen esto terminan perdiendo masa muscular. Queda claro que muchas personas logran perder peso pero quedan con flacidez.
Quienes van al gimnasio verán cómo se degrada su progreso muscular. Además, el cabello, la piel, y el cabello pierden su brillo y belleza natural. Esto también se debe a la falta de nutrientes a los que nos someten estos planes ‘mágicos’.
Son demasiado estrictas
Las dietas milagro prometen reformar nuestro cuerpo en pocos días pero bajo una exigencia fuera de lo normal. El problema no está en lo estricto, sino en lo innecesario de tanto rigor. Lo peor es que como se mencionó anteriormente, los resultados no tienden a durar demasiado.
Algunas de estas dietas implican eliminar la totalidad los carbohidratos, e incluso algunas proteínas. Mucho mejor que esto es adoptar hábitos alimenticios correctos. Los resultados del buen comer son progresivos, pero no lentos; aunque no lo parezca, se puede lograr un cuerpo delgado sin necesidad de realizar sacrificios extremos.
La falta de ejercicio
Salvo que tengamos un tipo de cuerpo mesomorfo, es muy difícil salir tonificados con este tipo de salidas rápidas. Además, es notorio que este tipo de propuestas casi nunca incluye la realización de un plan de entrenamiento para el acondicionamiento muscular.
La razón de esto es muy simple: una dieta tan restringida y pobre en nutrientes no permitiría el entrenamiento. Un organismo mal nutrido simplemente no aguanta la actividad física y se colapsaría. La realidad es que es peligroso entrenar de esta manera.
Las dietas milagro son estresantes
Pocas cosas generan más estrés en el ser humano como estar mal alimentado. Los niveles de cortisol aumentan en medio de la falta de calorías; los efectos del mal comer también tienen un alcance psicológico. Esto puede afectarnos en otras áreas de la vida, como el trabajo y las emociones.
La buena noticia es que no necesitamos recurrir a soluciones desesperadas para aproximarnos al peso adecuado. El control de las calorías mediante la selección de alimentos y cantidades, nos permitirá tener un mejor estado físico.
Tampoco tenemos que dejar de disfrutar el comer; podemos darnos uno que otro gusto de vez en cuando. La moderación y la actividad física es la base de un cuerpo saludable.