Body shaming: ¿qué es y cómo manejarlo?
Uno de los conceptos que más popularidad ha ganado en los últimos años relativo a la apariencia corporal es el llamado body shaming. En una sociedad en la que el culto al aspecto físico es un pilar fundamental para muchas personas, cualquier rasgo que se aleje del canon de belleza es considerado como algo vergonzoso.
El body shaming describe un comportamiento que desgraciadamente se lleva realizando desde hace varias décadas como reírse de la apariencia física de una persona. La humillación puede ser por un defecto específico como la forma de la nariz, el acné o las estrías. También puede ser por no cumplir los cánones de belleza en cuanto al peso, la forma o la tonificación muscular.
En cualquiera de los casos, el body shaming es una conducta que puede llegar a tener un impacto muy negativo sobre la autoestima de una persona. Para evitar esto, a continuación veremos cómo manejar la humillación corporal de forma positiva.
Busca tus fortalezas más allá del aspecto físico
Hoy en día parece que se mide el valor de las personas en función del aspecto físico. Esto no solo es un error, pues las personas valemos mucho más que por cómo lucimos, sino que también tiene un impacto negativo en la seguridad en uno mismo si por lo que sea no se encaja con aquello que se define arbitrariamente como “belleza”.
Es mucho mejor buscar el valor de uno mismo en función de lo que ha conseguido, los logros, la forma de ser o las buenas obras. Como bien dice la frase “lo esencial es invisible a los ojos”, y es que lo que de verdad debería ser valorado no se puede ver, pero sí se puede demostrar a través de buenas acciones.
Un sencillo ejercicio para aprender a valorarte por cosas más importantes que el aspecto físico es anotar en una lista aquellas virtudes de personalidad. Además, si se coloca esa lista en un lugar visible, se potencia que se pueda memorizar y asimilar lo que está escrito.
Abandona la actitud perfeccionista
Una idea muy extendida acerca de la apariencia corporal es que “siempre se puede estar mejor”. Esta afirmación la siguen muchas personas en busca del cuerpo perfecto sin darse cuenta que tal cuerpo no existe.
El perseguir siempre la perfección es agotador, pero también es una ilusión pues la perfección no existe. Cuando se tiene en la cabeza esas ideas perfeccionistas la persona se encuentra en una carrera que no tiene fin, ya que como la propia frase dice “siempre se va a poder mejorar”. Además, por encima de todo somos seres humanos. Es decir, está en nuestra naturaleza ser imperfectos y cometer errores.
Cuando uno abandona la actitud perfeccionista vive más relajado y feliz. Según un estudio realizado por la Universidad de la Laguna, el rasgo de perfeccionismo se relaciona con la aparición de trastornos emocionales, como la ansiedad y la depresión.
Trabaja el autodiálogo que tienes contigo mismo
Una de las variables que influye más en la autoestima, y que se suele infravalorar, es el autodiálogo. Es decir, la forma en la que nos hablamos a nosotros mismos tiene mucho poder sobre lo que se piensa de uno mismo.
Un autodiálogo positivo es clave para afrontar las burlas sobre el aspecto físico. Por el contrario, ceder a la humillación y terminar creyéndose que los defectos son reales no genera otra cosa que hacerse una persona insegura.
La forma de hablarse a uno mismo debe ser con respeto, cariño y comprensión. Por ejemplo, de la misma forma que se trataría a un niño pequeño. Hay que tratar de evitar los reproches, la dureza y las malas palabras. Al fin y al cabo uno debe quererse a sí mismo por encima de todas las cosas.
En nuestra mano está erradicar el body shaming
El físico es tan solo un envoltorio temporal, el verdadero valor de las personas está en el interior. Desafortunadamente, esta idea no ha calado en todas las personas, y hay algunas que se permiten el lujo de hacer comentarios dañinos sobre el físico de otras.
Normalmente no se es consciente del daño que hacen esos comentarios, y quizás si se tuviese en cuenta la repercusión que puede tener un simple comentario la gente se plantearía dos veces hacer ese mismo apunte.
Por último y tal como dice un artículo de la Universidad del Valle de Puebla, el cuerpo es algo temporal. Seremos recordados por nuestros actos y los cambios que hicimos como personas, no por la talla o la anatomía física.
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