¿Cómo identificar los trastornos alimenticios?
Los desórdenes relacionados con la alimentación son frecuentes en la actualidad, mucho más de lo que parece. Tanto los deportistas como las personas sedentarias son susceptibles a padecer esta clase de patologías, las cuales pueden condicionar la vida y la salud. Por ello, es importante saber identificar los trastornos alimenticios para proponer una solución a tiempo.
Está claro que el exceso de peso no es positivo. A medio plazo, genera problemas metabólicos y cardiovasculares que pueden condicionar la vida del individuo. Sin embargo, tampoco es beneficioso lo contrario, es decir, el infrapeso.
Mucha gente desea adelgazar aun teniendo una composición corporal adecuada, lo que se puede considerar patológico. Este problema tiene un componente psicológico importante y es cada vez más frecuente debido a los cánones de belleza actuales.
Valorar la pérdida de peso para identificar un trastorno alimenticio
Si alguien está perdiendo peso de manera continuada, aun encontrándose en un estado de composición corporal adecuado, es probable que sufra algún tipo de trastorno alimenticio. La otra opción posible es que exista una patología subyacente que condicione el metabolismo.
Después de descartar esta segunda opción, será necesario observar los hábitos dietéticos del individuo en cuestión. Si la cantidad de comida que consume no se corresponde con su bajo peso, quizás esté recurriendo a algún tipo de estrategia purgativa para compensar la ingesta calórica.
La bulimia, por ejemplo, es un trastorno alimenticio que se caracteriza por los atracones frecuentes seguidos de vómitos. Una investigación publicada por la revista Current Problems in Pediatric and Adolescent Health Care le otorga un componente nervioso y psiquiátrico, por lo que normalmente se propone el uso de la farmacología como parte del tratamiento.
También pueden existir otros trastornos alimenticios caracterizados por una actitud restrictiva hacia los alimentos, como es el caso de la anorexia. Los pacientes con esta enfermedad suelen caracterizarse por ingerir una escasa cantidad de alimentos, lo que resulta en una dieta muy pobre en nutrientes. Una de las características más habituales que denotan este problema en mujeres es la aparición de la amenorrea, según un estudio publicado por Hormone Molecular Biology and Clinical Investigation.
Los trastornos alimenticios y el comportamiento obsesivo
Las conductas obsesivas también pueden servir para identificar los trastornos alimenticios. Existen personas excesivamente preocupadas por su apariencia física, lo que las lleva a someterse a planes de ejercicio y dieta extremos. A pesar de no presentar purgas o demasiadas restricciones, estas conductas no se consideran como saludables, sobre todo para el sistema nervioso central.
Además, las personas que padecen algún tipo de trastorno de este tipo, como puede ser la vigorexia, tienden al consumo de drogas. Este hábito condiciona todavía más el estado de salud del individuo.
En ocasiones nos referimos a drogas recreativas, pero también existen casos de personas que utilizan sustancias prohibidas para aumentar el rendimiento deportivo y mejorar su apariencia física. El uso de hormonas anabólicas, por ejemplo, incrementa el riesgo cardiovascular, tal y como afirma una investigación publicada en la revista Chinese Medical Journal.
Si observamos que una persona se toma demasiado en serio su apariencia física, por encima de los límites razonables, es probable que estemos frente a alguien que padece un trastorno alimenticio.
Identificar los trastornos alimenticios a tiempo mejora su pronóstico
Es habitual que los trastornos alimenticios, una vez que aparecen, no consigan curarse por completo. A menudo dejan secuelas, sobre todo cuando se identifican ya en la edad adulta. Por lo tanto, resulta primordial un diagnóstico precoz de esta clase de problemas para poder ponerle solución cuanto antes y evitar así problemas de salud a largo plazo.
La intervención ha de ser de carácter multifactorial. Es necesaria la actuación de un nutricionista, pero también de un psicólogo y un psiquiatra.
A menudo estos problemas requieren de tratamiento con fármacos, al menos en sus etapas iniciales o más agresivas. A partir de aquí, será necesario proponer un cambio de hábitos y una terapia conductual que poco a poco mejore la percepción del paciente sobre sí mismo, ya que esta es una de las raíces de los problemas de alimentación.
De todos modos, no siempre las personas que padecen trastornos alimenticios se dejan ayudar. La paciencia será una virtud relevante en esta clase de situaciones. La empatía también conseguirá un mejor resultado a la hora de comprender las emociones del paciente.
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