¿Cómo ayudar a una persona con vigorexia?
Los trastornos relacionados con la distorsión de la imagen corporal son un tema que últimamente está muy presente en los medios de comunicación. Dentro de esta categoría tan amplia, destaca la obsesión con el ejercicio físico, conocida como vigorexia.
La vigorexia es un trastorno psicológico en el cual la persona entrena en exceso porque desea alcanzar una imagen corporal idealizada. En torno a ello, existen 2 ideas problemáticas: el hecho de que la vida entera gire alrededor del ejercicio físico y que se pretenda alcanzar una apariencia física irreal e inexistente.
4 claves para ayudar a una persona con vigorexia
Otra problemática es que las personas que sufren vigorexia tienen escasa conciencia del trastorno. Al igual que pasa en la anorexia o la bulimia, estas personas no reconocen su adicción.
Esto es un obstáculo para el tratamiento, pero las personas del entorno pueden hacer mucho por ayudar a una persona con vigorexia. A continuación, te contamos la mejor manera de hacerlo.
1. Proporciona escucha activa y empática
La primera forma de ayudar a una persona con vigorexia es tan simple como escuchar de forma que se sienta con confianza de abrirse y contar aquello que le preocupa.
Muchas veces se cree que ayudar es proporcionar consejos o dar instrucciones, pero esto no siempre es así. Hay veces que vale más estar callado y proporcionar confort de forma no verbal, con gestos, miradas o sonrisas, que querer tomar la iniciativa e imponerse a la persona que la está pasando mal.
La escucha activa es una parte fundamental de cualquier proceso terapéutico. Y no solo para tratar la vigorexia, sino que también facilitará el proceso de recuperación para cualquier afección psicológica.
2. Ofrece recursos y soluciones, pero no obligaciones
Es habitual que, una vez que la persona reconoce que tiene vigorexia, quiera cambiar su situación pero se siente indefensa, sin saber qué hacer. En estos casos, se puede ayudar proporcionando recursos y soluciones para tratar de que encuentre formas de arreglar su situación.
En este sentido, es muy importante tener en cuenta que una cosa es aconsejar y otra es mandar. Hay que evitar a toda costa que las recomendaciones se conviertan en mandatos u obligaciones, ya que esto puede tener el efecto contrario: que la persona se lo tome mal y se cierre a escuchar futuros consejos.
3. Muéstrale que hay vida más allá del ejercicio
Como se dijo anteriormente, uno de los principales problemas de la vigorexia es que para la persona no hay más vida más allá del ejercicio. Sus acciones cotidianas se limitan a los entrenamientos, dietas extremas y analizar su composición corporal.
Por esa razón, para ayudar a una persona con vigorexia una solución efectiva es mostrarle que hay muchos intereses más allá del entrenamiento. De esta manera, puede encontrar otras fuentes de gratificación y motivación diferentes. El espectro de intereses es muy amplio, por lo que es prácticamente imposible no encontrar una actividad que resulte atractiva.
4. Sé un ejemplo para la persona
Por último, una forma de ayudar a una persona con este problema es convertirte en un modelo de referencia de hábitos saludables. De poco sirve dar recomendaciones o consejos si la persona no es coherente con el mensaje. Esto no resulta creíble y reduce la aceptación de la información y la confianza del otro.
Asimismo, el ser un modelo de referencia es una forma de adquirir nuevas conductas más saludables. Como explica una publicación de la Revista Española de Nutrición Humana y Dietética, esta técnica de aprendizaje se conoce como «modelado», y como su propio nombre indica, se basa en que la persona se convierta en un modelo para el aprendizaje mediante la imitación.
Ayudar a superar la vigorexia salva vidas
La vigorexia puede llegar a tener consecuencias muy negativas para la salud. Tanto es así que, en casos extremos, la vida de la persona puede correr peligro, por lo que una actuación rápida es de vital importancia.
La clave está en mostrarse como una persona en la que se puede confiar y mostrar interés por los problemas que tiene el afectado. Para ganarse su confianza, es muy importante no juzgar lo que nos cuenta, no dar soluciones precipitadas y no culpabilizarlo de su situación.
Por ultimo, puede que al principio no se valore la ayuda, e incluso se la considere como un ataque personal. Esto es normal, ya que la persona no tiene conciencia de que tiene un problema, pero a la larga, cuando haya conseguido verlo, seguro que lo agradecerá.
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- Varela Arévalo, M. T., Tenorio Banguero, Á. X., y Duarte Alarcón, C. (2018). Prácticas parentales para promover hábitos saludables de alimentación en la primera infancia en Cali, Colombia. Revista Española de Nutrición Humana y Dietética, 22(3), 183-192.