¿Qué es y cómo se trata una rotura fibrilar?
La rotura fibrilar es una lesión común entre deportistas. También la puede sufrir gente sedentaria, aunque es menos frecuente. Tiene un periodo de recuperación bastante largo, y mantendrá al deportista alejado de la actividad física que la haya causado hasta que esté recuperado al 100%.
A continuación, veremos exactamente de qué trata esta lesión y cómo será la recuperación de la misma.
Rotura fibrilar
Una rotura fibrilar, como su nombre indica, ocurre cuando se rompen fibras. En este caso, hablamos de fibras musculares. Los músculos están compuestos por más o menos fibras, dependiendo del nivel de entrenamiento del individuo y de su localización. A su vez, estas fibras se agrupan en paquetes musculares. Y decenas de paquetes de fibras musculares acaban conformando al músculo entero.
Así, las roturas fibrilares se clasifican por su gravedad. Y, a su vez, la gravedad dependerá de la cantidad de fibras que se hayan roto. De esta forma, tendremos niveles 1, 2 y 3. El nivel 1 es el que menor gravedad reviste, mientras que el 3 será el peor diagnóstico para el deportista.
Causa
La función de las fibras musculares es contraerse para realizar el movimiento que necesitamos. Según lo entrenado que esté el músculo, tendrá más o menos fibras. Así, con más fibras, podrá ejercer mayor fuerza.
Si a un músculo se le exige un esfuerzo que no es capaz de realizar, se romperán las fibras. Es decir, se desencadena la rotura fibrilar. Puede ser tanto por un único esfuerzo brusco que es más de lo que podemos realizar. Pero también puede darse por una acumulación de esfuerzos menores. Al practicar deporte, el músculo se fatiga y necesita recuperarse. Si lo sometemos a esfuerzos reiterados sin dejar que se recupere, también puede causar una rotura fibrilar.
En cuanto a las personas sedentarias, los músculos están poco entrenados. En esta situación, una mudanza o durante un sprint para coger un autobús ya puede ser suficientemente brusco como para desencadenar esta lesión. También puede causar la lesión una alimentación insuficiente o patologías que cursan con problemas de circulación sanguínea.
Prevención
Vistas las causas, quedan claras las formas de prevenir la lesión.
Primero, conviene mantener un cierto nivel físico. Es decir, practicar deporte con cierta asiduidad para que el cuerpo esté preparado para realizar movimientos de cierta brusquedad. Obviamente, cuanto más preparados estemos, menos probabilidad de sufrir la lesión.
Sin embargo, también debemos tener cuidado de no excedernos. Debemos aumentar la intensidad del deporte gradualmente, empezando con poco peso/duración e incrementarlo con el tiempo. También debemos dejar que el cuerpo repose cuando lo necesite, entre sesión y sesión. Y por último, conviene hacer entrenamientos cruzados. Es decir, intercalar sesiones de otras disciplinas entre los entrenamientos de nuestro deporte favorito. Así no solo trabajamos otros músculos, si no que los trabajamos con distintas intensidades.
De lo contrario, siempre le estaremos exigiendo el máximo esfuerzo a un grupo reducido de músculos. Y estos pueden acabar rompiéndose.
Rehabilitación
Dependiendo de la gravedad de la lesión, la rehabilitación puede llevar desde una semana hasta cuatro meses.
Lo primero será darle al músculo el reposo que necesite. Cada vez se intenta limitar más el tiempo de reposo relativo y volver a la actividad, pero unos pocos días será necesario. Durante este tiempo, tendremos que aplicar hielo sobre la zona lesionada, comprimirla y tratar de mantenerla elevada.
Una vez que ya no haya dolor agudo, empezaremos con la rehabilitación propiamente dicha. Empezaremos con estiramientos suaves y movimientos sin resistencia, para que las nuevas fibras se acostumbren a contraerse. A partir de aquí, iremos añadiendo peso y/o repeticiones, además de agregar otra serie de ejercicios a medida que progresemos. También será importante realizar trabajo de propiocepción para reeducar al cuerpo y no perder nuestro sistema de equilibrio. Lo mejor será que la rehabilitación la guíe un fisioterapeuta.
De hecho, es una lesión tan importante que se está analizando el uso del láser para ayudar en su rehabilitación, así como otros agentes físicos de la kinesiología.
Una lesión potencialmente grave
Como hemos visto, estamos ante una lesión que puede ser realmente grave o que nos puede durar una semana.
Lo mejor que podemos hacer es mantenernos físicamente activos y no excedernos cuando realicemos ejercicio. Si lo hacemos, reduciremos notablemente el riesgo de sufrir una rotura fibrilar. Mantenerse físicamente activos no tiene por qué significar ir al gimnasio todos los días. Simples rutinas de ejercicio aeróbico pueden ser suficientes para una persona que solo quiere hacer mantenimiento.
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- R. López. Rotura fibrilar de la cabeza medial del gastrocnemio. Abordaje fisioterapéutico. Enferm Docente 2017 jul-dic; 109: 30-36.
- M. Fernández, C. Peña e I. Sibajas. Láser en Fisioterapia: Experiencia en el tratamiento de la rotura fibrilar. Cuestiones de fisioterapia: revista universitaria de información e investigación en Fisioterapia, Vol 13, Nº 13, 2000, págs. 21-28.