Aprendamos a convivir con los errores arbitrales

Damos un repaso a uno de los temas candentes de la actualidad deportiva, tanto a nivel profesional como amateur; los árbitros son los encargados de llevar el peso del partido e imponer justicia en el juego, pero hemos de entender y comprender sus fallos y que no nos gusten sus aciertos en según qué casos
Aprendamos a convivir con los errores arbitrales
Abel Verdejo

Revisado y aprobado por el fisioterapeuta Abel Verdejo.

Escrito por Equipo Editorial

Última actualización: 26 mayo, 2023

Siendo conscientes de que el tema de los errores arbitrales es bastante polémico, hay que tratar de entender el tema con la mayor naturalidad posible para entender hasta qué punto es absurdo pagar la frustración competitiva con el árbitro.

La misma historia de siempre

Temporada tras temporada nos encontramos con errores arbitrales abriendo la sección de deportes del telediario, porque el equipo de turno (sea del deporte que sea) se ha visto perjudicado. No os descubro nada si digo que la repercusión es mucho mayor si ocurre en el mundo del fútbol y en uno de los considerados como equipos grandes.

Los sucesos ocurridos durante las últimas semanas han ayudado sustancialmente a que nos animemos a analizar este asunto en profundidad, un poco cansados del eterno debate plagado de tópicos. 

Los fallos arbitrales.

¿Cuáles son estos?, pues van desde los clásicos “qué fácil es pitar aquí”, “qué fácil es pitar al equipo X”, u otros grandes éxitos como los “siempre nos están robando”, “siempre igual” o “el equipo CD Llorones está harto de los arbitrajes que reciben de forma sistemática”. 

¿Cuál es el proceso para convertirte en árbitro?

Para comenzar vamos a situarnos en contexto, y para ello es bueno a nivel empático conocer de forma simplificada en qué consiste la ‘carrera arbitral’ desde sus inicios: 
Con una edad en torno a 16 años y por el motivo que sea, difícil de explicar visto el futuro que le espera, un chico o una chica adolescente decide apuntarse en la federación autonómica de turno al cursillo de árbitro. Una decisión libre y muy alabable.

Después de superar un cursillo teórico-práctico, que no demasiado largo y que para nada le prepara realmente para lo que va a vivir cada fin de semana, empieza lo mejor: dos o tres temporada arbitrando a niños pequeños de 9 a 14h todos los sábados por la mañana. Seguramente con las personas que más valoren su trabajo a pesar de su corta edad.

Tras superar estos dos o tres años maravillosos, empiezas a actuar el resto del fin de semana, ascendiendo poco a poco de categoría para que, finalmente, solo unos pocos privilegiados lleguen a la élite, exactamente igual que le ocurre al resto de los deportistas. ¿No son tan diferentes unos de otros, verdad?

Da para reflexionar

Pues bien, teniendo todo esto en cuenta, ¿alguién aún puede pensar que un árbitro se ha levantado un sábado o un domingo a las 7.30 am para perjudicar en sus decisiones premeditadamente a alguien en concreto?

No creo que nadie pueda dudar que el encargado de dirigir el partido intenta realizar su labor lo mejor que sabe y puede, sin propósito de perjudicar a nadie (por supuesto en el mundo profesional y mucho menos a nivel amateur).

El principal problema es que criticar al árbitro durante un partido se ha convertido en tónica habitual, algo que vemos como normal (“No le estaba diciendo nada”, tras proferir los insultos de turno)tanto en el deporte de primer nivel como en categorías de formación donde, al igual que los jugadores, los árbitros también están aprendiendo, sin importar que tengan 16, 20 o 38 años.

Aprender a convivir con los fallos arbitrales.

Estos voluntarios o profesionales trabajan tanto o más que los jugadores para realizar su labor de la mejor manera posible, tanto en el plano físico como el teórico y psicológico (en el que suelen estar muy curtidos), lo cual hace bastante injusto que desde dentro del campo se les señale el más mínimo error. Y más desde fuera. A nadie le resultará agradable que le griten cada vez que hace mal su trabajo, porque evidentemente todos nos equivocamos.

¿Tan difícil es de entender que tienen que decidir en un segundo teniendo en cuenta multitud de variables con la presión añadida de que no van a dejar contento a casi nadie? ¿Tan difícil es de entender que no están colocados en tu misma posición y que por tanto es posible que no vean lo mismo que tú? Hemos de tener siempre presente que son humanos y pueden equivocarse, y tratar de asimilar los fallos con la naturalidad del juego.

Hay que empezar a darse cuenta de todas estas cosas, y de que por mucho que se introduzca la tecnología en el deporte (ya sea en forma de VAR, IRS u Ojo de Halcón) los árbitros van a seguir equivocándose. Señalarles sus errores no hace sino aumentar las posibilidades de que en la próxima ocasión vuelvan a hacerlo.

Es complicado que el tema del respeto a los árbitros cambie de la noche a la mañana, esperemos que la conciencia prime y sea la primera piedra para que la próxima vez que veamos un partido y nos comportemos de la forma descrita, o veamos a alguien dar tal clase magistral de mal gusto viendo un partido recordemos todas las circunstancias que rodean al árbitro, y actuemos en base a ellas.

Padres y entrenadores deporte valores actitud competición
A menudo los padres no ejercen el mejor ejemplo en la práctica del respeto al árbitro.

Conclusión final

A la hora de describir al colectivo arbitral, hemos de entender que nos estamos refiriendo a la inmensa mayoría que se toma en serio su labor, que trabaja durante toda la semana para ser mejor cada jornada y no a aquellos, que seguramente también los haya como en el resto de profesiones, que simplemente están por dinero y que buscan sacar adelante los partidos con la ley del mínimo esfuerzo.

Por favor, intentad recordar que los árbitros son deportistas que solo quieren estar presentes en los mismos partidos que los jugadores, que sin ellos no sería posible el deporte y que son un equipo, aunque muchas veces sea uno sin afición.

Esperemos que la cordura reine, por el bien de los árbitros, del deporte y por la educación, la de los más pequeños y también la de los más mayores. La deportividad y el respeto deben imperar siempre.


Este texto se ofrece únicamente con propósitos informativos y no reemplaza la consulta con un profesional. Ante dudas, consulta a tu especialista.