¿Por qué no debes consumir coco todos los días?
Consumir coco todos los días puede no ser la mejor opción para la salud, según algunos especialistas en nutrición. Lo cierto es que hablamos de un alimento muy energético con un alto aporte de grasas de tipo saturado. Estos lípidos generan bastante controversia dentro de la literatura científica. Mientras una corriente apuesta por su seguridad y necesidad en la dieta diaria, otra defiende sus posibles efectos negativos sobre la salud cardiovascular.
Lo que esté claro es que conviene siempre priorizar la ingesta de ácidos grasos poliinsaturados en la pauta, haciendo especial énfasis en los de la serie omega 3. Estos consiguen reducir los niveles de inflamación en el medio interno, logrando así mejorar el funcionamiento de la fisiología a nivel interno. Por otra parte, no se debe perder de vista la necesidad de aportar las cantidades óptimas de los otros macronutrientes, sobre todo de las proteínas.
Beneficios del coco
El coco es una fruta beneficiosa para la salud. Cuenta con un buen puñado de antioxidantes de gran calidad. Estos elementos se encargan de neutralizar la formación de los radicales libres y su posterior acumulación en los tejidos del organismo. Este efecto ha demostrado ser clave para prevenir el envejecimiento. También puede ayudar a reducir la incidencia de muchas patologías crónicas y complejas.
Por otra parte, el coco cuenta con potasio en su interior. Hablamos de un mineral esencial que consigue contrarrestar los efectos del sodio a nivel de regulación de la presión arterial. Un artículo publicado en la revista Journal of the American Heart Association lo corrobora. Por este motivo será clave conseguir satisfacer los requerimientos diarios de dicho elemento, sobre todo en personas que tienen antecedente familiar de problemas del corazón.
Contraindicaciones del coco
Como comentamos, el coco no deja de ser bastante energético, a pesar de ser una fruta. Cuenta en su interior con una cierta cantidad de azúcares simples. El consumo regular de estos elementos en gran cantidad podría afectar de manera negativa a la salud metabólica. Por ejemplo, podría incrementar el riesgo de desarrollar diabetes de tipo 2 a medio plazo, siempre y cuando no se practique ejercicio físico de forma regular.
Por otra parte, el coco es fuente también de ácidos grasos de tipo saturado y de triglicéridos de cadena media. Respecto a estos nutrientes existe discusión. Es posible encontrar evidencias conforme no son nocivos para la salud, pudiendo llegar a mejorar el funcionamiento del corazón. Sin embargo, de manera tradicional se han vinculado con una mayor incidencia de patologías complejas.
Lo cierto es que la tendencia actual en cuanto a recomendaciones dietéticas dista bastante de la que existía hace unos años. Se sabe a ciencia cierta que el consumo de lípidos saturados no generan alteraciones sobre el perfil lipídico, y que este no es un buen predictor de la patología cardiovascular. Aun así, muchos especialistas siguen referenciando el colesterol total como un marcador importante a la hora de evaluar el funcionamiento del corazón.
No obstante, lo que sí parece relevante es la necesidad de evitar someter a las grasas a las altas temperaturas. En este caso se produciría una transformación de los ácidos grasos a tipo trans. Dichos elementos sí resultan nocivos, pudiendo incrementar los niveles de inflamación en el medio interno. Su consumo se asocia con una mayor incidencia de diversas patologías complejas.
No se debe consumir coco todos los días
El coco es un alimento beneficioso para la salud, pero en su justa medida. De hecho, como norma general conviene priorizar la ingesta de verduras frente a la de frutas. Las primeras cuentan con mayor concentración en fitoquímicos con capacidad antioxidante, elementos que consiguen proteger al organismo frente al desarrollo de enfermedades graves. Ahora bien, las frutas también son importantes. Lo mejor es garantizar la variedad.
Por último, hay que tener en cuenta que para que la fisiología del medio interno se ejecute de manera correcta será determinante asegurar una serie de buenos hábitos en su conjunto. No basta solo con cuidar la dieta. Habrá que realizar, entre otras cosas, ejercicio físico de forma regular. Sobre todo conviene enfatizar el trabajo de fuerza muscular. Así se consigue reducir la inflamación y proteger el funcionamiento del páncreas, generando una mejor respuesta celular frente a la insulina.
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