Causas del dolor intercostal al correr
El dolor intercostal al correr es una de las principales razones que obligan a los deportistas a parar. Es decir, estamos ante un problema que no podemos dejar de lado, ya que probablemente con cualquier respiración profunda notaremos molestias.
Si estamos corriendo, haremos respiraciones profundas muy a menudo, lo que será un problema si se padece este dolor. Por lo tanto, vamos a ver un poco más acerca de este problema y por qué aparece.
¿Qué es el dolor intercostal al correr?
Por dolor intercostal nos referimos al dolor que aparece «entre las costillas». Por lo tanto, es un dolor que afecta a uno o ambos lados del torso.
Esta es una zona delicada por 2 razones. En primer lugar, porque debajo de las costillas están los pulmones y otros órganos como el bazo y el hígado. Por lo tanto, siempre que respiramos, las costillas ceden un poco y se expanden, permitiendo que los pulmones se hinchen con aire.
En segundo lugar, tenemos una serie de músculos que se contraen y relajan para permitirnos respirar, sobre todo profundamente; muchos de ellos se encuentran «entre las costillas». Y en cuanto al bazo y el hígado, cada uno se sitúa en una parte del cuerpo y pueden irradiar dolor difuso que notaremos como dolor intercostal.
Además, ambos están relacionados con el almacenamiento de sangre oxigenada y la depuración de la sangre en general. Por lo tanto, cuando hay una demanda alta por parte de los músculos, tienen que trabajar con una gran intensidad.
Así, debemos considerar que al correr estamos realizando respiraciones forzadas —fuertes, profundas— constantemente. Por lo tanto, estamos llenando y vaciando casi al máximo los pulmones, además de trabajar con intensidad los músculos relacionados.
Causas del dolor intercostal al correr
Ahora que entendemos un poco mejor todo lo que ocurre con la zona afectada mientras corremos, podemos pasar a ver las causas específicas que motivan su aparición.
Debilidad de la musculatura respiratoria
En la inspiración, tiramos sobre todo del diafragma, el cual tira las costillas hacia abajo y le da más espacio a los pulmones para hincharse. La espiración suele ocurrir sin acción muscular, por la diferencia de presión entre el interior del cuerpo y el exterior. No obstante, en espiraciones forzadas, utilizamos desde musculatura del cuello hasta la abdominal.
Además, en ambos casos tenemos unos músculos pequeños entre costilla y costilla: los músculos intercostales, que pueden ser internos y externos. Unos ayudan con la inspiración y otros con la espiración.
Pues bien, si no estamos acostumbrados a correr o hacer ejercicio, estos músculos, como todos, se debilitan. Y si de repente intentamos hacer un ejercicio intenso, podemos sobrepasar sus límites.
Si en cualquier momento están fatigados o alguno se contractura, nos producirá dolor al correr. En este sentido, un estudio publicado por la revista Archivos de Bronconeumología destaca la importancia de los músculos respiratorios incluso al enfrentarse a patologías severas.
Lo mismo ocurre con el diafragma. Debemos tenerlo trabajado para poder exponerlo a un esfuerzo mayor. No podemos esperar que aguante sin quejarse en una sesión intensa si el resto del día estamos trabajando sentados y viendo series.
Sobrecarga del hígado
El hígado es un órgano complejo que se encarga de filtrar la sangre, como detalla la literatura académica al respecto. Por lo tanto, cuando hacemos deporte, este filtrado cobra mayor importancia y se debe realizar más rápidamente.
En el caso de correr, requerimos constantemente un flujo alto de sangre limpia y oxigenada en grandes cadenas musculares. Por lo tanto, puede que el hígado se vea en problemas, y el dolor sería una señal de ello.
Sobrecarga del bazo
Por otra parte, el bazo actúa como un reservorio de sangre oxigenada. Así, cuando realizamos un gran esfuerzo físico, el volumen de sangre normal no es suficiente y tendremos que sacarlo de aquí.
Si continuamos con el esfuerzo, llegará un momento en el que el bazo se contraiga para bombear incluso más sangre. Si mantenemos este ritmo durante un tiempo prolongado, nos provocará dolor.
Correr está bien, pero siempre con cabeza
Al final, todo se resume en que hagamos las cosas con cuidado. Cuando empecemos a correr como deporte, hemos de comenzar con poca duración e intensidad y aumentarla poco a poco. Por otra parte, debemos asegurarnos siempre de calentar correctamente, pues así tendremos el cuerpo bien oxigenado.
Finalmente, intenta siempre darle algo de trabajo a la musculatura. Aunque sea caminar, es importantísimo activar los músculos respiratorios. De no hacerlo, ocurrirá como con los demás: se debilitarán notablemente.
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