4 señales de que eres una persona autoexigente en el deporte
La autoexigencia deportiva es un factor que entorpece el progreso en los entrenamientos. Ser demasiado duro con uno mismo o no permitirse cometer un error son situaciones que acarrean problemas y que, a la larga, pueden traer consecuencias negativas.
Los deportistas tienden a ser personas demasiado exigentes con ellas mismas. Esta es una presión que aumenta con el profesionalismo, de manera que los atletas de alto rendimiento suelen presentar con mayor frecuencia este defecto. Es un rasgo que se suele arraigar de una forma tal que sus señales pasan desapercibidas, lo que hace difícil detectarlo y corregirlo.
Con la intención de que puedas determinar si presentas dichas señales, a continuación veremos cuáles son las principales formas de la autoexigencia deportiva y cómo mantenerlas a raya. ¡Toma nota!
La autoexigencia deportiva: una realidad con consecuencias
Cuando una persona se exige con frecuencia y no obtiene los resultados esperados, se puede experimentar una gran sensación de frustración que afecta la salud mental y entorpece la consecución de los propósitos.
En el caso de los deportistas, esta es una situación que suele presentarse a menudo, dado que, como lo señala un artículo de la revista Psychologia, la necesidad de aprobación y la autoexigencia suelen ser características de su personalidad. Por tanto, siempre es útil reconocer hasta qué punto el nivel de exigencia es elevado, para así poder mermarlo.
Conoce enseguida cuáles son las principales señales de que eres una persona autoexigente en el deporte y la forma de hacerles frente.
Para saber más: 4 historias reales sobre salud mental en deportistas
1. Sientes demasiado miedo al enfrentarte a la novedad
Afrontar desafíos supone una parte fundamental de la trayectoria de cualquier deportista. Es normal que las cosas desconocidas causen incomodidad o miedo. Sin embargo, la solución no consiste en evitarlas, ya que tarde o temprano se deben enfrentar.
Las personas que son muy autoexigentes sienten un miedo desmesurado en situaciones desconocidas. Como su principal pensamiento es «tienes que hacerlo todo perfecto», se desenvuelven bien en escenarios conocidos. El fallo está en que cuando estos cambian, ese pensamiento se vuelve en su contra y acaba perjudicándolas.
Por tanto, ¿cómo se deben afrontar los escenarios nuevos en los que no se tiene suficiente práctica? Con la mente lo más abierta posible y asimilando que los procesos de aprendizaje llevan su tiempo. Querer hacer las cosas bien al primer intento no solo es una visión que genera estrés, también es poco realista.
2. Te cuesta hacer las paces con tu pasado
Todos a lo largo de nuestra vida hemos cometido errores de los que no estamos orgullosos. Aun así, no dejamos que los fantasmas del pasado nos atormenten en el presente. Las personas demasiado autocríticas tienen problemas con su yo del pasado, lo que las lleva a hacerse reproches o culparse en exceso por cosas de otras etapas.
Saber reconciliarse con uno mismo es una de las enseñanzas más duras, pero sin duda es una tarea necesaria para no quedarse enredado en lo que pasó. Engancharse en los errores dificulta sacar una lección de ellos. Por ende, no seas tan duro y permítete abrazar y perdonar a tu versión del pasado.
3. Te importa mucho la evaluación de los demás
Lo normal es que cuando el deportista es exigente no solo lo sea consigo mismo, sino también con la evaluación de los demás. Esto quiere decir que esperará que su entrenador, familia o el público le juzguen de la misma manera que él lo hace.
Esto conduce a que haya un aumento de la sensibilidad ante los comentarios de los demás. En estos casos, el deportista no recibe las críticas como un apunte para crecer, más bien, como un ataque hacia su persona.
En este sentido, en un estudio publicado por la revista Lecturas: educación física y deportes se señala que un alto nivel de autoexigencia, o perfeccionismo, se relaciona con una mayor influencia de la evaluación de los demás sobre el rendimiento.
La actitud a la hora de afrontar los juicios es clave para poder aprender de ellos. Una mentalidad positiva facilita el tomarse los comentarios como una opinión para mejorar y no como una crítica destructiva.
4. Eres más vulnerable a la ansiedad
Sentir nervios antes de competir, también llamado ansiedad precompetitiva, es un estado que casi la totalidad de los atletas han experimentado alguna vez. No obstante, que sea algo común no quiere decir que no tenga consecuencias. La ansiedad, si no recibe la atención que se merece, acabará por apoderarse del cuerpo y la mente, impidiendo un buen rendimiento.
Uno de los remedios que ayuda con esto es conocer qué es lo que desencadena los nervios. Entre los factores más habituales está el perfeccionismo.
Un estudio publicado por la Revista de psicología del deporte, que fue desarrollado con deportistas de combate, afirma que aquellos que puntúan alto en esta variable son más sensibles a los síntomas de ansiedad, tanto físicos como cognitivos, antes de competir.
Para combatir estas desagradables sensaciones, una técnica sencilla, pero eficaz, es el control de la respiración. Tomarse cinco minutos para hacer respiraciones profundas no lleva mucho esfuerzo y es un potente ansiolítico natural para enfrentarse a los obstáculos.
Conoce las señales para tratar la autoexigencia deportiva
Existe una tendencia natural en las personas a querer mejorar constantemente. Este impulso por superarse es algo positivo, pero no se debe confundir con la inflexibilidad. En el momento en que las ganas de evolucionar se convierten en una presión, o hagan que te trates con excesiva dureza, hay que hacer algo al respecto.
Ya sabes cuáles son las principales manifestaciones de la autoexigencia deportiva, también llamada en las investigaciones como perfeccionismo desadaptativo. Asimismo, te hemos brindado algunas alternativas para vencerlas y que no se conviertan en un lastre para seguir avanzando. Trata de aplicarlas cuando lo consideres necesario.
Por último, no olvides que las soluciones ofrecidas se pueden aplicar en tu vida cotidiana. Trata de hacer lo necesario para que tu mente no se convierta en tu peor enemigo.
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